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No tienes por qué renunciar a los colores vivos y la decoración inusual.
- Respete las reglas de la ergonomía
Es la ciencia de crear condiciones óptimas. Gracias a ella, en los años 20 apareció el concepto de «triángulo de trabajo» en la cocina. Según este concepto, no debe haber más de 1-2 metros entre las zonas principales, ya que de lo contrario cocinar a diario corre el riesgo de convertirse en una sesión de cardio.
Además, los preceptos de la ergonomía dicen que conviene ocupar con muebles sólo la mitad del volumen de la habitación. Entre los objetos deben quedar al menos 70 centímetros. Así será fácil moverse por el piso incluso en la oscuridad.
La gama de tiendas para el hogar tiene en cuenta las normas básicas de ergonomía. Por ejemplo, las mesas de trabajo suelen tener una altura de 75 cm, que se considera óptima para la mayoría de la gente. Sin embargo, la comodidad personal es más importante que las normas de organización del espacio. Si eres más alto que la media, prueba el mobiliario estándar y las opciones de distribución para asegurarte de que las dimensiones y distancias te resultan cómodas.
2. Utiliza bases neutras y acentos brillantes
Para no aburrirte de los tonos expresivos al cabo de un par de años, haz que la base de tu interior sea tranquila y añade color a través de los detalles. Puedes elegir una base como ésta: tonos beige cálidos para un interior al que no llega mucha luz natural, y blancos fríos para estancias soleadas.
Pequeñas inclusiones de tonos brillantes aportarán frescura e individualidad. Por ejemplo, un póster en la pared o una colcha multicolor en el sofá. Los muebles pequeños también pueden ser muebles de acento, como sillas o una mesa de centro. Si te cansas del color, será más fácil sustituir los accesorios que volver a pintar las paredes o comprar un nuevo juego de cocina.
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